El ardid de Caperucita Roja
Si
alguien le hubiese dicho a Caperucita Roja las penurias que iba tener que pasar
a lo largo de los años, se habría pensado mejor aquello de aceptar el contrato
de exclusiva con Perrault. Y no solo porque de exclusivo no tuvo nada sino que
eso de contar una y otra vez la misma historia: que si la mantequilla para la
abuela, que si el lobo, que si qué orejas más grandes tienes, que si se la
comió…, en fin, lo que ya todos sabemos, la tenía más que hartita. Por eso, ni
corta ni perezosa, en cuanto se enteró de la tertulia que la Biblioteca Municipal
ha organizado para esta noche, la “La Noche de los Cuentos”, echó mano de sus
encantos de mujer y, tras convencer a un servidor, logró hacer realidad su
sueño de, aunque más no sea por un rato, engatusar a su aburrido destino.
El
caso es que cuando hoy por la mañana su madre le encomendó el consabido recado,
Caperucita se mostró solícita y, como siempre, esbozó su peculiar sonrisa,
cogió la canasta, revisó que todo estuviera en orden y salió. Pero ni bien se
adentró en el bosque y a resguardo ya de la mirada controladora de su madre,
cogió el móvil y llamó sin más a su amiga del alma, la malhadada Bella
Durmiente, otra víctima del destino literario que, a estas alturas, ya no es ni
bella ni durmiente:
—Hola,
soy yo, Caperucita; tenemos que vernos urgente —le instó—. Te espero en en el
bosque, a la altura de donde empiezan los eucaliptos. ¡Apúrate, venga!, que en
menos de cinco minutos ya será tarde.
Como
si fuera una flecha, no pasó ni un segundo que la princesa ya estaba a su lado,
retorciéndose las manos y ansiosa por saber qué había sucedido. Caperucita fue
al grano:
—Necesito
que me ayudes y le lleves esto a mi abuela. ¡Hasta el moño me tienen ya con la
vieja! Día sí día no, que si venga
con la canastita, que no te olvides de quedarte un rato que la abuela está
sola, y bla, bla, bla.
—Ah,
¡era eso! —respondió la princesa, algo desencantada.
—No.
Hay otra cosa. Necesito un poco de…, tú ya me entiendes.
—Qué
zorra eres —le retrucó la otra, captando al vuelo la indirecta y turbando la
mirada—. ¿Y cómo me lo vas a pagar?
—Pues
con lo que tanta envidia te ha dado siempre.
—¡El
lobo! Ay, no me hagas ilusionar con quimeras que ya sabes cómo soy de
sensiblona. Mucho más después de lo del príncipe, que menudo fiasco me resultó.
Menos mal que Blancanieves me dejó a los enanos.
—Ya,
pero eso es para otra tertulia. Ahora toma, ponte la caperuza y sigue recto por
ahí. A quinientos metros seguro que aparecerá tu querido lobito y te hará la
cantinela que me hace siempre. Ni siquiera se dará cuenta de que eres tú y no
yo.
—¿Tú
crees? ¡Ay mira, estoy temblando como una adolescente!
—Venga,
venga —apuró Caperucita—. ¡Pero acomódate mejor la caperuza, mujer, que es
corto de vista pero no ciego!
—Ay
Caperucita, no sabes cómo te lo agradezco. De solo pensar en esos bigotes, esos
lengüetazos… Por cierto, toma las llaves. En casa está Gruñon, no es el más
cariñoso pero…
—Cariño,
a estas alturas no estoy para ponerme exquisita. Pues eso, tú te encuentras con
tu lobo y ya luego… tú misma. Venga.
—Oye,
¿y la abuela?, ¿qué hago con la canasta?
—Querida,
mi abuela no está en su casa. Lo de su enfermedad es puro cuento. ¿No sabías
que está de novio con Barba Azul?
Quién sabe por dónde andará ahora la muy lista. Lo que pasa es que a mi
madre no se lo dijo porque con la reputación que tiene aquel hombre, te
imaginas la que le hubiera liado. Pero bueno, la vieja ya es grandecita. Lo
único que falta es tener que estar cuidándole las bragas. Así que no perdamos
más tiempo. Tú, a lo tuyo, que a mí también me espera una noche como pocas.
Y
colorín colorado, amigos, este es el ardid que logró tejer Caperucita con la
ayuda de este humilde servidor. Dejémosle a cuenta los pocos minutos que faltan
para que acabe esta “Noche de los Cuentos” y regalémosle ese rato de privacidad
que tan merecidamente se ha ganado.
Fernando Adrian
Mitolo ©
Mayo de 2015
Vaya, vaya....con la Caperucita y nuestra desconocida Bella.... Jejejeje
ResponderEliminar¿Pero tú has visto qué milongas nos habían contado? jajjajjajaja. Gracias por pasar. Besito.
Eliminarjajajaaja Me encantan las Caperucitas gamberras, pero prefiero que escribas en argentino jeje Muy bueno!
ResponderEliminarjajajajaj....lo haré, lo haré.
EliminarMe encanta. No he podido leerte pero me pongo al día ya....
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