Bibliofagia

Un caso de indigestión


A Celestino Miranda le apasionaron las letras desde pequeño. Una tarde, encerrado en la biblioteca, decidió que ya era el momento; abrió la enciclopedia prohibida, se detuvo en la primera página y, con los ojos cerrados, fue tomando cada una de las palabras y comenzó a comérselas, hasta que murió.  

 

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