Ay!



Ay!, de mi pobre boca mía

que no sabes ya cómo hacer

para aliviar la sed de sus besos



Ay!, de mi huérfana mirada

que vuelves una y otra vez

al lugar que dejó libre su ausencia



Ay!, del desierto en el que te has convertido, mi piel

que deliras con su tacto día y noche

y que no encuentras respiro, que no sea soñar



Ay!, de mi lindo rey castellano

que tocaste a las puertas de mi vasta existencia

y ahora que te he probado, ya no te quiero quitar.


Fernando Mitolo ©
Febrero de 2016

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