Nueva sección en el desván: "Entrelíneas con Van Gogh"
Nadie duda ya que, “genio” y
“locura”, es más que un binomio lingüístico. Desde Newton
hasta Kurt Cobain, pasando por Joyce
y sus experimentos literarios que culminaron con la destrucción del
lenguaje y la creación de un nuevo “artefacto gramatical”, muchos fueron (y
son) los escritores, científicos, actores y artistas de todo tipo que
sucumbieron a una vida tormentosa.
Y la pintura no es ni ha sido una
excepción. No en vano, más allá de disquisiciones sobre posibles diagnósticos
psiquiátricos y especulaciones sobre los verdaderos motivos de su suicidio —si
es que verdaderamente lo fue—, la vida
de Vincent Van Gogh es uno de los ejemplos más abrumadores que ilustra
el tormento de un hombre dedicado en alma y cuerpo a la pintura, marcado por la
angustia, el descrédito y la incomprensión de la sociedad de su tiempo.
A través de “Entrelíneas con Van Gogh”, queremos rescatar el testimonio de ese
calvario psicológico que el genio ha dejado plasmado en sus “Cartas a Theo”, el
epistolario con ese hermano que, quizás sin saberlo, acabó erigido como un otro
imaginario, ese “testigo” del que tanto habló Lacan, tan precario y a la vez
tan fundamental, pero que sostuvo el sufrimiento del artista hasta aquel trágico
29 de julio de 1890.
Fernando Adrian Mitolo ©
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