De palabras y emociones

Se me ha ocurrido consultar con
todo tipo de profesionales, desde logopedas y neurólogos, hasta esos que dicen
que curan los males del alma. Pero una viejecita del pueblo me ha dicho que me
deje de tonterías y que no haga caso a esos manosantas y santeros de
universidad. Fue clara y contundente:
-El problema, mi niño, no es ni
de la boca ni de la lengua –me dijo, con cierta sonrisa socarrona-. Lo que a ti
te pasa es que tienes el corazón enamorado. Y como ese desgraciado es el que
manda en estas lides, déjale que haga lo que tenga que hacer, que juegue con
las palabras y las ponga bonitas, que las engalane con los mejores oropeles y
así se las puedas ofrecer al destinatario de ese amor. Y cuando sientas que la
boca te está por explotar y por algún motivo te sea imposible decírselas al
oído, ábrela y déjalas salir, aunque sea al viento, que esté donde esté,
seguramente, él las escuchará.
Fernando Mitolo
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