La broma absurda

Capítulo 1 - Un cambio inesperado 

 

 

Y es que Rogelia no se lo tendría que haber dicho, así, tan de golpe, y delante de esa pobre chica. Para una vez que Benigno se echa novia y se la presenta, podría haberse contenido. Pero no, siempre tenía que restregarle su falta de inteligencia, su lucidez en penumbras y su exacerbada capacidad para equivocarse:

—¡Es que al final va a ser verdad eso de que no te da la cabeza! No sé para qué la tienes puesta..., ¡a mí no has salido, eso está claro! —le soltó esa tarde, con total desparpajo, mientras a la chica se le iban subiendo los colores a la cara y por dentro pensaba: “vaya vieja loca. Pero…, ¿y si al final tiene razón y me engancho con un inútil?”

Benigno no durmió en toda la noche elucubrando qué hacer para vengar el oprobio que su madre le había regalado delante de su flamante novia. Hasta que se le ocurrió una idea. Fue así como a la mañana siguiente, en cuanto Rogelia entró en el baño dispuesta a ducharse, Benigno, dispuesto a todo, enfiló directo hacia su dormitorio. Cuando abrió la puerta, vio que la cama de Rogelia todavía estaba deshecha; emanaba un olor dulzón de entre las sábanas que le revolvieron el estómago, pero no se distrajo. De pronto, sintió el picotazo de los ojos de Rogelia que lo interpelaban desde encima de la cajonera; y hacia allí fue. 

El cambiazo duró unos pocos segundos. No hizo el menor ruido y, de hecho, Rogelia ni se enteró hasta veinte minutos después, cuando salió de la ducha. Una vez fuera, ésta se dirigió hasta su habitación para vestirse y, ni bien entrar, dejó caer sobre el suelo el toallón que cubría su gomosa corpulencia. Pero al instante notó una mirada extraña, casi incestuosa, que la observaba desde la cajonera. Y es que lo que descansaba encima del mueble ya no era su propia cabeza, aún somnolienta y que había dejado reposando con las persianas bajadas para ver si se le pasaba la terrible migraña que le trituraba el cerebro, sino la de Benigno, sí, la de Benigno, que la miraba con sorna desde aquel rincón.



Fernando Adrian Mitolo ©

Febrero de 2015

Comentarios

  1. ¡Ya los tienes en el blog a la Roge y al Benigno! ¡Bien!

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    1. jajajaja....si! se lo merecen mis niños, que salieron de la nada y me están dando unos quebraderos de cabeza que ni te cuento! y todo por los lectores! Gracias por comentar.

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  2. No encuentro el icono de me gusta... ¿Dónde lo tienes?

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  3. Ah, sí, pero es que yo no tengo facebook. Buscaba el de google, como el que tengo yo.

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