The Hole 2

Un guiño a los ideales

Otra vez y al igual que en su primera performance, la compañía de The Hole nos deja boquiabiertos. Y, en esta ocasión, para hablarnos del amor. Pero de ese amor teñido de ideal y de moral religiosa, ese amor que, precisamente por no ser más que una ilusión, acaba pesando, transformándose en una verdadera loza sobre nuestra cabeza y nuestro corazón y que, muchas veces, nos termina matando... matándose.
 

En esta nueva entrega de The Hole, moviéndose entre trapecistas y acróbatas,  las predicciones de una zíngara de infarto y abrumado por desnudos casi irreales, un maestro de ceremonias marcado por un amor absurdo, nos  advierte del peligro de hacernos eco y de creer en un slogan escuchado y proferido casi obsesivamente por todos en algún momento de nuestra existencia: "Para toda la vida". 

Y es que si de algo solemos presumir los humanos cuando nos enamoramos de verdad, es de creer haber encontrado ese amor  que nos durará para siempre, aunque quizás, muchas veces, no sea más que una expresión de deseos. Y ahí surge el interrogante: ¿quién es el sujeto de ese deseo?, ¿nosotros?, ¿o simplemente somos el portavoz de un ideal cultural? 

La seguridad de un futuro estable, la permanencia y la eternidad, la tranquilidad de una relación seria, y tantas otras "ilusiones" que nos quiere vender a diario nuestra cultura, son el estandarte que The Hole 2 se dispone a destrozar. Y lo hace poniendo en entredicho su carácter "ideal" y, por tanto, irreal, contraponiéndolo a la verdadera escencia del amor y de las cosas: lo impermanente, lo caduco, lo fugaz, en síntesis, su transitoriedad. 

Pero el mensaje no se queda ahí, a modo de baluarte pesimista. The Hole 2 nos sacude hasta la fibra y nos conmina a quitarnos ese peso del "para toda la vida", a olvidarnos de ese futuro que no existe para invitarnos, por el contrario, a amar hoy, a gozar hoy y a disfrutar hoy, como si fuera el último día. Porque, aunque no queramos aceptarlo, en verdad, puede serlo. 

Fernando Mitolo 

Comentarios